En noviembre pasado, María del Pilar Pérez observaba desde su balcón uno de los episodios policiales más impactante del último tiempo. De noche, el lugar donde ocurrió el asesinato del estudiante Diego Schmidt-Hebbel, pareciera ser parte de una historia de terror.
La mañana del 4 de noviembre de 2008, la calle Seminario esquina Rancagua, comuna de Providencia, era el escenario donde se desarrollaría una de las más impactantes novelas policiales.
Cerca de las 8 de la mañana, el joven Diego Schmidt-Hebbel se transformaba en la víctima circunstancial de un asesinato.
Desde esta ventana, María del Pilar Pérez obserbaba el crímen.
Luego de los disparos que lanzó el sicario contratado por Pérez, Diego Schmidt-Hebbel cayó a los pies de la puerta de la casa de su polola. Horas más tarde fallecería.
A meses de ocurrido el crimen, la sensación de este lugar es muy especial; de noche, parece aún más tétrico.
Bajo la puerta de la casa de María del Pilar Pérez sólo hay cartas y recibos.
Pero las cuentas con la justicia, "la quintrala" deberá pagarlas en la cárcel.
